Pesan tanto los fracasos sobre mi espalda. Mi hermano carga un peso similar. Ambos tenemos en la boca demasiados besos. Nuestros llantos forman los cauces que van al mar, y lo crean. La soledad aplastante, la tristeza inmóvil, nos anclan, nos enmudecen.
Pero a veces hablamos, mi hermano y yo. Hablamos del fin del mundo. Soñamos que nos dejamos caer, y que morimos, aplastados. Soñamos, y entonces de los ojos de mi hermano se escapa un poco de sol y los dos vemos, con apenas una sonrisa, cómo se aleja. Después volvemos a callar.
De nuestro llanto brotan los ríos que forman el mar.
1 comentario:
millones de carilinas.
y otros millones más.
mándote desde aquí, donde parece que empezamos a cantar "here comes the sun".
beso inmenso.
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